En esta semana Miguel nos ha explicado la arquitectura paleocristiana donde las basílicas paleocristianas son de planta rectangular con un ábside en la cabecera. El espacio se distribuye en tres naves longitudinales: la central es doble de ancha y de alta que las laterales; en la cabecera aparece una nave transversal que se denomina transepto; en algunos casos aparece un pórtico de entrada denominado nártex que se abre a un patio o atrium. Las basílicas paleocristianas pueden ser de tres o cinco naves. En la parte superior de la nave central se sitúan los vanos que permiten la entrada de luz al templo; la cubierta exteriormente a dos aguas se sustenta en un amazón de madera y se cubre con tejas y el interior aparece con cubierta plana de casetones; en el caso de las naves laterales se utiliza una cubierta de una sola agua. Las naves se separan por arquería de medio punto sustentada por columnas. En esta imagen nos encontramos con la Basílica de Santa Sabina.
Aparte de este modelo de arquitectura paleocristiana levanta edificios de planta centralizada como los mausoleos y los baptisterios. Estas plantas centralizadas son de origen bizantino. Un ejemplo que tenemos es el baptisterio de San Juan de Letrán.
Otro ejemplo es el mausoleo de Gala Placidia.
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